29 junio 2022 - Según la FAO, la pérdida y el desperdicio de alimentos hacen referencia a su merma en las etapas sucesivas de la cadena de suministro de alimentos destinados al consumo humano. Los alimentos se pierden o desperdician en toda la cadena de suministro, desde la producción inicial hasta el consumo final en los hogares.
La merma puede ser accidental o intencional, pero en última instancia conduce a una menor disponibilidad de alimentos para todos. Cuando los alimentos se pierden o estropean antes de llegar a su fase de producto final o a la venta minorista, hablamos de pérdida de alimentos. Esto puede deberse a problemas en la recolección, almacenamiento, embalaje, transporte, infraestructura o a los mecanismos de mercado, o de los precios, así como a los marcos institucionales y legales.
En definitiva, a nivel global, cerca del 14 % de los alimentos producidos se pierden entre la cosecha y la venta minorista. A ello se suma el hecho de que aproximadamente el 17 % de la producción total de alimentos se desperdicia (11 % en los hogares, 5 % en los servicios de comidas y 2 % en el comercio al por menor) y aproximadamente un tercio de las partes comestibles de los alimentos producidos para el consumo humano se pierde o desperdicia, lo que representa alrededor de 1.300 millones de toneladas al año.
Debido a este hecho, el Consejo de Ministros ha aprobado el Proyecto de Ley de Prevención de las Pérdidas y el Desperdicio Alimentario, la primera regulación sobre esta materia que se promulga en España, con el objetivo de reducir el desecho a la basura de alimentos sin consumir y favorecer un mejor aprovechamiento de éstos.
“La ley establece que todos los agentes de la cadena alimentaria tienen la obligación de disponer de un plan de prevención de las pérdidas y el desperdicio. El objetivo es que las empresas de la cadena hagan un autodiagnóstico de sus procesos productivos, identifiquen dónde se producen las pérdidas de alimentos, fijen medidas para minimizarlos y se destinen a otros usos, para los que se fija una jerarquía de prioridades”, explica Myriam Retamero, jefa del Departamento de Innovación Empresarial y Desarrollo de negocio de CTAQUA.
Esta jerarquía de prioridades es un aspecto esencial de la ley, y establece una prelación en el destino que los agentes deberán dar a los alimentos para evitar su desperdicio. La prioridad máxima será siempre el consumo humano, a través de la donación o redistribución de alimentos.
En el segundo orden de prioridades se contempla la transformación de los alimentos que no se hayan vendido, pero que mantengan sus condiciones óptimas de consumo, en productos como zumos o mermeladas, entre otros. Cuando los alimentos ya no sean aptos para el consumo humano, la preferencia de uso será, por este orden, la alimentación animal y fabricación de piensos; el uso como subproductos en otra industria ya como residuos, y la obtención de compost o biocombustibles.
Por todo ello, es necesario tomar medidas para evitar la pérdida y desperdicio de alimentos, y una de las medidas a optar es el desarrollo de nuevos productos alimentarios a partir del aprovechamiento de subproductos o descartes de bajo valor comercial, siendo ésta una de las líneas prioritarias en la planta piloto del departamento que dirijo” detalla.
Desde sus inicios, CTAQUA ha apostado por el desarrollo de proyectos en los que a través de la innovación se busquen soluciones a la generación de residuos en las plantas de acuicultura. “Identificamos los subproductos generados en la valorización y transformación de productos pesqueros, asesoramos a las empresas para asegurar que dichos subproductos se mantengan como materias primas con la misma calidad que sus productos de origen, y aportamos ideas y técnicas de procesado novedosas para el desarrollo de nuevos formatos basados en estos subproductos” detalla Myriam Retamero.
Además, CTAQUA ha venido realizando un ejercicio de identificación a nivel sectorial de todos aquellos residuos susceptibles de valorizar para reducir el impacto que podrían generar en el medio si no se gestionaran correctamente. En este sentido, han sido testados desde conchas de moluscos para la elaboración de cosméticos, la extracción de ácidos grasos saludables (omegas) para el desarrollo de cápsulas nutracéuticas, el desarrollo de compost con SANDACH procedentes de instalaciones acuícolas, o el aprovechamiento de los blooms de macroalgas generados en determinadas estaciones del año en los esteros de la región suratlántica para diferentes desarrollos (compost, fertilizantes, alimentación animal o alimentación humana).
A través de diferentes proyectos y servicios, CTAQUA apuesta claramente por desarrollar acciones que minimicen la generación de desperdicios en la industria alimentaria, dando como resultado formatos novedosos como dumplings marinos, croquetas con algas, embutidos de corvina y lubina, patés o ahumados.